El envejecimiento puede definirse como un deterioro progresivo y generalizado de funciones, es un proceso multifactorial causado por el daño acumulado a una variedad de componentes celulares.
Durante los años 20, los estudios gerontológicos han puesto de manifiesto diferentes vías moleculares implicadas en el proceso de envejecimiento de las mitocondrias y se ha señalado como uno de los reguladores claves de la longevidad.
Por ello mismo, las mitocondrias tienen un papel central en el metobolismo de energía, debido a la energía libre derivada de la producción de ATP, dependiente de oxígeno.
Se ha demostrado que las mitocondrias se hacen más grandes y menos numerosas con la edad, la acumulación de vacuolas, las anomalías crestas y las inclusiones intramitocondriales paracristalinas.
Esto ha llevado a la realización de algunos estudios en ratones, los cuales han indicado que el aumento en el metabolismo oxidativo y el metabolismo de tejido adiposo puede contribuir al aumento en la vida y su resistencia frente a enfermedades metabólicas.
La evidencia experimental en ratones ha relacionado un mayor nivel de mutaciones somáticas del mtDNA a una variedad de fenotipos de envejecimiento, como la osteoporosis, la pérdida de cabello, y disminución de la fertilidad.
Se ha visto que diferentes manipulaciones genéticas y en la dieta prolongan la vida, y se ha demostrado que también reduce y aumenta la producción de ATP en las células.
Los estudios realizados han dado como resultado la vinculación de la producción de ATP mitocondrial y de la longevidad, aunque al final han dado resultados contradictorios que no son fáciles de unificar en una sola teoría.
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